Hace alrededor de 50 mil años, el hombre ya sabía fabricar y utilizar
las agujas, que estaban hechas de hueso. Se descubrió una aguja muy
bien elaborada en la ruina del hombre primitivo que vivía hace 20 mil
años en las cavernas que se hallan en Zhoukoudian, afueras de Beijing.
Esta aguja mide 82
milímetros de largo y 3 milímetros de diámetro, un poco más grueso que
un fósforo. Su superficie es rasa y el punto, muy agudo. Lástimamente,
el ojo de la aguja, que parece que ser perforado por algo afilado, se
deterrioró al desenterrarse.
Naturalmente, es
prácticamente imposible de encontrar el hilo. Según los expertos, el
hilo que usaban aquellos hombres primitivos no era fibras vegetales sino
el ligamento de una especie de ciervo, que es largo y delgado, ideal
para servir de hilo.
Con agujas e hilos
se puede coser ropa. Ahora podemos suponer que los hombres primitivos
que vivían allí se ponían vestidos. También se llevaban adornos. En la
ruina los arqueólogos encontraron algunos collares, hechos con bolas de
piedra, gravas, dientes de mamífero, huesos de pez y conchas, todos
pulidos y ensartados por una cuerda teñida por el polvo de hematites.